El azabache de Asturias, el mejor del mundo – La Voz de Asturias

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El azabache de Asturias, el mejor del mundo para la joyería, no tiene quien lo extraiga – La Voz de Asturias


«Seguiremos utilizando azabache asturiano aunque las piezas sean del tamaño de un alfiler», aseguran artesanos azabacheros, que alertan sobre la escasez que existe desde que falleció el último minero en 2008
Elena G. Bandera
Gijón 28/10/2017 05:00 h

La pieza de azabache más antigua encontrada jamás es una cuenta de collar de la Cueva de las Caldas de Oviedo, que fue datada en unos 17.000 años. El azabache de Asturias, de color muy negro y muy brillante, tiene fama de ser el mejor del mundo, pero no es una de esas creencias etnocentristas, sino que realmente tiene unas características gemológicas que le hacen el mejor del mundo para ser trabajado en joyería y, teniendo en cuenta ese hallazgo arqueológico, el oficio de artesano del azabache es una tradición sin duda milenaria en Asturias. En la actualidad, los artesanos que trabajan el azabache de manera continuada en Asturias apenas pasan de la veintena y, desde que en 2008 falleció el último minero del azabache, Tomás Noval, tienen un serio problema de abastecimiento.

«El principal obstáculo que tenemos es abastecernos de azabache de Asturias porque las minas están cerradas», explica Candela Sánchez, socia de la Asociación para el Desarrollo de la Tradición Azabachera (Acebache) y que tiene el taller Zarcillo en Bimenes con su marido José Julio Martínez. En Asturias, existen dos asociaciones azabacheras a las que, además, de artesanos, se suman simpatizantes que quieren que se mantenga el azabache como algo representativo de Asturias. Desde que Tomás Oval falleció en 2008, las únicas maneras de abastecerse de azabache asturiano es haberlo hecho con anterioridad y, a estas alturas, tendría que haber sido en grandes cantidades u obtenerlo de escombreras, que suelen ser trozos muy pequeños y en su momento desestimados por los antiguos mineros. Ocasionalmente, si fallece algún artesano, se reparte el material que no llegó a utilizar.

«Azabache hay muchísimo, pero las minas están cerradas y se necesita un empresario minero que se decida a hacer la explotación y extraerlo. El último minero nos abastecía a todos», explica Sánchez, que recuerda que, debido a una serie de trabas, los intentos de reabrir las viejas minas situadas en la Marina de Villaviciosa (por ejemplo, la antigua mina de Les Caves en Oles) no llegaron a fructificar. «Llevamos al menos más de una década pidiendo que se haga. La Consejería de Industria y Empleo debería emplearse en que se exploten las minas de una forma legal sin hacer grades escabechinas; el azabache de Asturias, a nivel nacional e internacional, se valora muchísimo», insiste.

Piezas pequeñas

Explica, además, que son bastantes los asturianos que desconocen que el azabache de esta tierra es el mejor y que, por ello, tiene un gran valor incluso en el extranjero. «El producto, de reabrirse las minas, estaría vendido. Cada vez hay menos azabache y se crean muchos problemas entre los azabacheros. Somos varios los talleres con esta problemática, pero no vamos a trabajar con otros azabaches aunque hagamos piezas como la cabeza de un alfiler», indica Sánchez, que pone como ejemplo del valor del azabache asturiano el hecho de que, en las ferias de artesanía que se celebran en otras comunidades autónomas, suele ser difícil que entren joyeros que no pertenezcan a la misma región: «Hay muchos joyeros y es relativamente difícil saltar a otra comunidad. Sin embargo, con el azabache asturiano se nos permite que ese acceso sea algo más fácil. Si hay una plaza libre lo van a tener en cuenta».

Los trozos de azabache que aún quedan en los talleres de joyería asturianos, al menos en aquellos que no se abastecieron hace años en grandes cantidades, son muy pequeños. «El trozo en bruto hay que sanearlo y no todo vale, porque algunos se abren y otros tienen mucha pirita. Ya no se ve el cabujón de azabache perfecto tan fácilmente. Pero seguiremos trabajando con el de Asturias aunque sean trozos mínimos porque la gente lo aprecia mucho», explica Candelas Sánchez, que no pasa por alto que el azabache, además de ancestral, está considerada de siempre una piedra mágica.

«Del azabache se dice que protege del mal de ojo y hoy se sigue viviendo la necesidad de rodearnos de objetos que nos protegen. Desde siempre, para las culturas que poblaron esta zona del Cantábrico, el azabache ha sido una piedra mágica, probablemente por el brillo que adquiere», explica, recordando que el máximo esplendor se alcanzó con el Camino de Santiago, «porque los caminos eran peligrosos y todos los peregrinos querían un amuleto que les protegiera». Hoy la cigüa sigue siendo una de las piezas de joyería realizadas con azabache más demandadas, aunque los gustos también se inclinan por líneas más modernas y sencillas que los modelos tradicionales.
Fuente: La Voz de Asturias – Ver artículo original

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El azabache asturiano, castigado por las falsificaciones – El Comercio

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El azabache asturiano, castigado por las falsificaciones – El Comercio


La llamada costa jurásica, de Gijón a Ribadesella, guarda en sus entrañas importantes yacimientos sin explotar de esta piedra semipreciosa

Las manos siguen siendo las principales herramientas del azabachero. / PALOMA UCHA

PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA
Domingo, 1 octubre 2017, 06:00
Es el tesoro dormido de las riquezas naturales de Asturias: explotado durante siglos, estimado por su calidad y belleza, venerado por las propiedades mágicas que se le atribuyen para prevenir y deshacer maleficios, el azabache aguarda hoy en las entrañas de la mariña centro-oriental su última oportunidad para emerger como materia prima de una industria joyera artesanal que por escasez de ella se enfrenta a un futuro incierto, mientras ve como en el mercado de la región se introducen materiales foráneos de peor calidad (lignito proveniente de Georgia, en su mayor parte) que se ofertan en algunos casos como piezas de origen autóctono.
En Oles (Villaviciosa) se encuentra un número indeterminado de yacimientos azabacheros que se explotaron en otras épocas, entre ellos el del último minero, Tomás Noval (1921-2008), a quien acudían prácticamente todos los artesanos para aprovisionar sus talleres. Desde su fallecimiento, la escasez de materia prima llegó a los obradores azabacheros, que se vieron en la necesidad de recurrir a proveedores ocasionales -la mayoría ilegales- o a dosificar los aprovisionamientos que algunos conservaban de la mina de Noval. Ninguna otra explotación ha vuelto a abrirse y una de las consecuencias de esta falta de material ha sido, según advierte la Asociación Azabache Jurásico -creada a comienzos del pasado verano-, la introducción en el mercado de piezas realizadas con productos foráneos y las falsificaciones.
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Acompañamos a María Pérez, presidenta del colectivo y responsable de la única escuela de azabachería existente, hasta la bocamina de uno de los yacimientos de Oles. No es difícil localizarlo ya que se encuentra señalizado en la llamada Ruta del Azabache del concejo maliayés. Del interior de la mina mana un arroyo en cuyas aguas basta sondear con las propias manos para encontrar pronto algunos fragmentos del material que se explotó en ella. Es la prueba material de que el tesoro sigue ahí, como el de las leyendas de la tradición asturiana, esperando que alguien llegue a despertarlo. Se trata de una de las múltiples minas que hay repartidas por el triángulo de oro del azabache, situado entre Oles, Argüero y Tazones. «La apertura de una mina con el análisis del material para comprobar su calidad es algo imperativo para asegurar el futuro de esta industria y terminar con el fraude, que hoy es notable», asegura María.

Javier Ortega en su taller de Llantones (Gijón) / PALOMA UCHA

La presidenta de la recién creada asociación habla de lo sucedido en Turquía, uno de los países con mayor tradición azabachera y que en las últimas décadas vio cómo la extracción masiva de material agotaba los yacimientos: «Empezó a entrar lignito de Georgia, muy barato y fácil de obtener, los artesanos lo aceptaron como una golosina: la consecuencia fue que las piezas fabricadas se rompían por la calidad inferior del material: toda esa industria se fue al garete». Ella piensa que en Asturias -donde el sector es infinitamente menor y más débil, apenas una veintena de artesanos- podría ocurrir otro tanto: «Un kilo de azabache autóctono puede costar unos 200 euros y uno de lignito georgiano sobre unos 25», detalla y «si tenemos en cuenta que a simple vista no es fácil de distinguir, resulta muy tentador», advierte.
María Pérez muestra la bocamina de uno de los yacimientos de Oles (Villaviciosa). / DAMIÁN ARIENZA

Pedro Villanueva, presidente de la Asociación Acebache -fundada en 1999 y que agrupa a buena parte de los artesanos en activo- coincide en la necesidad de contar con una mina abierta: «Es la base de todo lo demás y no sería necesaria una inversión muy desmesurada, en las últimas conversaciones que tuvimos con el Principado se cifraba en unos 60.000 euros. Con la mina ya habría materia prima para intentar conseguir una IGP (Indicación Geográfica Protegida) o la garantía de calidad del azabache asturiano», afirma. En cuanto a la posible existencia de falsificaciones o uso de materiales foráneos de calidad inferior asegura que «entre los profesionales que vendemos en ferias monográficas no se da, hay un comité de selección previa para cribar el material y además nos desprestigiaría: ¡cómo vamos a volver a un lugar donde se haya vendido una pieza que se rompió por ser de lignito!».
El tallado manual del azabache requiere un cuidado especial para evitar la ruptura de la pieza. / PALOMA UCHA

De la misma opinión son Ismael Marcos y Javier Ortega, socios con taller en Llantones desde hace dos décadas: «Las ferias son fiables para el consumidor, los propios participantes somos los primeros interesados en que no haya azabache dudoso y por las cantidades que se comercian de él, al por mayor, si llega, sería a los circuitos más industrializados: entre los artesanos, nadie se va a jugar un nombre ya hecho», afirman. En su caso la falta de materia prima no les impide seguir trabajando: «Hacemos piezas pequeñas y conservamos un stock importante de Tomás Noval, además de lo que nos llega por las vías conocidas» y usa el eufemismo para referirse a los proveedores ilegales: «Aunque no siempre merece la pena, a veces sólo puedes aprovechar una pequeña parte». La apertura de una mina es vista también por estos artesanos como indispensable «para garantizar la calidad y sobre todo el futuro de quienes quieran trabajar en ello: para alguien que empieza, es difícil encontrar material», sostienen ambos.
Collar de cuentas facetadas y otras creaciones del taller de María Pérez en la Madrera (Villaviciosa). / DAMIÁN ARIENZA

María Fernández manifiesta sus reservas en cuanto a la acogida positiva que tendría en todos y cada uno de los azabacheros asturianos la apertura de una explotación con todas las garantías legales y de trazabilidad del producto: «El material de esa mina saldría más caro del que se obtiene ahora de acantilados y escombreras, eso es una realidad y tal vez haya a quien no le interese». En cualquier caso, «sin esa posibilidad de extracción regularizada la industria del azabache asturiano tiene los días contados y no deberíamos permitírnoslo: es un recurso de primer orden para crear empleo, está en una comarca turística y es único en el mundo». Fernández pone el ejemplo de la región británica de Whitby (Yorkshire), donde se encuentran los yacimientos azabacheros más importantes de Europa junto a los asturianos. «Allí la industria turística y comercial que existe en torno es impresionante, todo Whitby vive de ello» y añade un aviso para navegantes: «Por cierto, allí también está entrando lignito georgiano y frente a él se están tomando muy en serio la certificación autóctona, en un proceso que podría servirnos de modelo aquí», comenta la artesana.
Ismael Marcos puliendo manos de azabache, la tradicional cigua. / PALOMA UCHA

La asociación que preside mantiene actualmente contactos con el Ayuntamiento de Villaviciosa para estudiar la posible apertura de una mina que se halla en terrenos de propiedad municipal y que por ello facilitaría en parte el éxito de la iniciativa: «Próximamente habrá una reunión y por primera vez veo en el municipio buena disposición para intentarlo», relata. Si el proyecto logra materializarse, las perspectivas que se abrirían para el azabache asturiano serían muy positivas y también para la zona: «Hay un gran interés, la prueba la veo en mi escuela, son muchos quienes ven atractivo el oficio para dedicarse a él». La enseñanza de esta artesanía sería el otro pilar para su futuro: «Es necesario sembrar la semillina para que crezca», defiende Pérez. Y después de escuchar a estos maestros azabacheros resulta difícil no compartir sus deseos y hacer el gesto de la ‘cigua’ (la higa) con la mano o apretar con fervor una de las que han fabricado en sus talleres para que la buena suerte les acompañe en este camino por andar. Uno de tantos de Asturias que buscan rutas al futuro.
Fuente: El Comercio – Ver artículo original

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Villaviciosa y Whitby unidas en defensa del azabache

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Villaviciosa y la ciudad inglesa de Whitby, unidas en defensa del azabache


El Comercio

Sarah Caldwell, Imoguen Redvers-Jones, Alba García, María Pérez, Carmen Valdés y Alejandro Vega, en la visita al Ayuntamiento. / L. I. A.

La presidenta del gremio inglés realiza un estudio sobre las características específicas del lignito según el lugar de origen
LYDIA IS
VILLAVICIOSA
14 julio 2016
Villaviciosa y la ciudad inglesa de Whitby tienen en común una historia vinculada al azabache y, a partir de ahora, un objetivo común: su protección. Sarah Caldwell Steele, geóloga, gemológa y presidenta del gremio de azabacheros de Whitby, ha estado estos días en Villaviciosa para conocer de cerca el trabajo de María Pérez, su homóloga asturiana. El encuentro ha servido para intercambiar ideas y ver cómo se pueden establecer líneas de cooperación para un hermanamiento entre los artesanos de ambas ciudades.
«Ha sido muy enriquecedor y nos sentimos muy identificados con ellos, tenemos los mismos problemas de intrusismo y de escasez de material», apuntó Pérez. Sarah viajó acompañada de Imogen Redvers-Jones, la única joven aprendiz con la que cuenta el gremio de Whitby. «Me interesaba conocer cómo se trabaja la talla y el pulido del azabache en Asturias porque son técnicas que queremos recuperar», explicó.
Acelerador de partículas
Por su parte, Sarah está realizando un estudio sobre las características específicas del azabache según el lugar de origen y sus diferencias con el de Whitby. De hecho, hace unos días pudo analizar 96 muestras con el acelerador de partículas que tiene el Museo del Louvre, en Paris. «El azabache de Villaviciosa y el de Whitby tienen una composición química diferente, pero son muy similares al trabajarlos y ambos tienen gran calidad», destacó.
Las artesanas visitaron ayer el Ayuntamiento maliayo, donde se reunieron con el alcalde, Alejandro Vega, que señaló que «el encuentro es de máximo interés para reactivar el sector y pensar en proyectos de cooperación a través de la historia que tenemos en común».
Fuente: El Comercio